27 diciembre 2010

ELOCUENCIA

Al hablar importa más la discreción que la elocuencia.
BALTASAR GRACIÁN

Según la retórica grecolatina, la elocutio o elocuencia es la tercera de las cinco fases de preparación del discurso oratorio, tras la inventio y la dispositio; o sea, la estrategia de elaboración verbal, consistente en la búsqueda adecuada de procedimientos expresivos para la trasmisión del mensaje; en suma, el arte del bien hablar, del bien decir.


El problema es que, con frecuencia, algunos olvidan la dos fases previas y hacen discursos vacíos de contenido, donde sólo el bien decir forma parte del discurso y éste termina embaucando con los arabescos de las formas, pero sin transmitir contenido alguno o acaso sin relevancia; a lo sumo, alguna nota esperanzadora que no se confirma ni siquiera como promesa y que se desvanece, como el hielo al sol, con el paso de las horas.

Esta es la práctica habitual de la mayoría de los políticos, a quienes en términos generales me atrevo a recomendarles la cita de Gracián: importa más la discreción que la elocuencia. El que está en el poder usa de la elocuencia para prometer el paraíso, a sabiendas de que no podrá ser así, pero con la suficiencia de rectificar a cada traspiés con una promesa nueva tan imposible como las anteriores; la oposición por su parte, tras criticar las medidas del gobierno, le pide que haga la cuadratura del círculo y manifiesta que viviremos como en Jauja cuando les votemos, pero sin apuntar los medios para conseguirlos; unos y otros tapan las miserias bajo la alfombra y nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino: mucha elocuencia y poca discreción. 

8 comentarios:

  1. Plas plas plas..., magnífico post Francisco.
    Se limitan a anestesiarnos con bonitas palabras, frases hechas e incluso utopías vacías de sentido y razón.
    Y lo peor es que todos hacen lo mismo, por unos y por otros, al final... la casa sin barrer.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Las miserias debajo de la alfombra. Así estamos y así nos va.

    ResponderEliminar
  3. Monsieur, sabe qué es lo peor de todo? Que ni siquiera veo ya el arte en la elocuencia. Ni se molestan. Con alguna que otra pedrada demagogica es suficiente.
    Escuchar la mayoría de los discursos actuales es para pegarles palos.

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

    ResponderEliminar
  4. Por desgracia los políticos no suelen tener ni discreción y mucho menos elocuencia. Suelen ser simples y vulgares la mayoría de las veces. Lo del engaño es otra cosa, que es mejor no tratar.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. En boca cerrada no entran moscas dice mi madre, y en este caso creo que es lo más acertado: callar si no se tiene nada que decir. Aunque también hay quien dice que quien calla otorga...

    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Creo que ni ellos mismo se creen lo que dicen. A veces tengo la sensación de que les pagan por hablar y que da igual lo que digan.

    ResponderEliminar
  7. Es que no es lo mismo la elocuencia que la facundia. Yo pienso que lo que abunda en los políticos sobre todo es la facundia, o sea la facilidad de palabra, y en algunos ni eso.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. Ay, querido amigo, que por perder hasta la elocuencia han perdido....
    Ni hechos...ni palabras, ni palabra (en singular) Habrán olvidado que quiere eso decir????

    Quiero dejarte mis mejores deseos de salud, paz y felicidad y que duren hasta el ´ultimo minuto del 2011 en que se renovarán por otros nuevos.
    Un besito, amigo

    ResponderEliminar